jueves, 2 de diciembre de 2010

Efectos del alcohol en el cuerpo

Irreverente
2 de diciembre de 2010

Casi desde sus orígenes el hombre ha buscado medios para evadir sus angustias, algo que le haga mejorar su estado de ánimo y escapar de la realidad.

Las bebidas alcohólicas se asocian a este aspecto de alteración de la percepción humana debido a sus efectos embriagantes, euforizantes y tranquilizantes.

El alcohol es un tóxico que afecta a la mayor parte de los tejidos de nuestro organismo cuando se emplea en cantidades abusivas.

Cuando tomamos bebidas alcohólicas el alcohol produce una disminución de la saliva pues inhibe la secreción de las glándulas salivares, ocasionando una sensación de sequedad.

Además destruye algunos microbios que se encuentran en la boca y esto hace que aparezcan otros que pueden producir enfermedades infecciosas y provocar mal aliento.

El alcohol también produce irritación en la pared del esófago, que es el tubo que comunica la boca con el estómago, produciendo una sensación de ardor y a veces incluso vómitos.

Si se sufre de reflujo gastroesofágico, el alcohol es un detonante potencial de los malestares.

Una vez que el alcohol pasa por el esófago, llega al estómago y desde aquí pasa al duodeno y al intestino delgado.

Si el estómago está vacío se absorbe rápidamente y en 30 minutos llega a la sangre.

Si el estómago está lleno, el alcohol pasa mucho más lentamente al duodeno y por tanto se reabsorbe mucho más lentamente.

El alcohol no es transformado por los jugos digestivos del estómago o de los intestinos, como los alimentos, sino que pasa directamente a la sangre y de ahí a todos los tejidos del organismo.

Esto quiere decir que una vez que el alcohol es absorbido por la sangre llega a todas partes de nuestro cuerpo y eso explica por qué todo comienza a fallar.

El gas carbónico, al contrario de lo que ocurre con los alimentos, acelera el tránsito del alcohol por el estómago y su absorción en el intestino.

El alcohol ingerido debe difundirse en el espacio acuoso de nuestro organismo que representa el 80% del peso corporal aproximadamente.

El alcohol tiene una gran predilección por los lípidos y por ello se concentra en los órganos ricos en estos como son el cerebro y los testículos.

En estos órganos alcanzan mayores concentraciones y permanecen más tiempo.

El organismo humano procura eliminar el alcohol ingerido y excreta un 2% a través del aliento, el sudor y la orina.

Desgraciadamente para nuestro hígado, a él le toca deshacerse del 98% restante.

En el hígado se produce una serie de reacciones químicas que lo transforma en productos menos tóxicos a través de varios sistemas enzimáticos.

A través de complejos mecanismos químicos, el hígado tiene la capacidad de transformar un gramo de alcohol por cada diez kilogramos de peso cada hora.

El alcohol se encuentra en la sangre desde que se absorbe y sus niveles en ella representan muy bien el grado de impregnación alcohólica en el organismo.

La alcoholemia es la proporción de gramos de alcohol absoluto que existen en un litro de sangre en un momento dado.

Los niveles de alcoholemia dependen fundamentalmente de la cantidad de alcohol ingerida, pero influyen algunos factores externos como:

La cantidad de alimentos existentes en el estomago, las alteraciones gástricas, el peso de la persona, el tiempo que se tarde en tomar el alcohol, la graduación alcohólica de la bebida consumida, etc.

¿QUÉ PASA EN TU CUERPO POR CADA TRAGO QUE DAS?

Teniendo en cuenta que un trago contiene aproximadamente 12 gramos de alcohol puro o etanol, los efectos causados por cada copa serían:

1 trago. No hay efectos evidentes y se comienza a sentir una ligera elevación del estado de ánimo.

Hasta aquí todavía podemos ser el amigo alegre que la pasó bien en la fiesta y se retiró de ella decentemente.

2 tragos. Surge una sensación de relajación y calor, comienza a disminuir el tiempo de reacción y la coordinación fina.

En esta etapa te quitas la chamarra, te pones cómodo y si alguien te avienta el destapador, lo más seguro es que no lo atrapes.

3 tragos. Al tercer trago se comienza a alterar el equilibrio, la visión, el habla y el oído. Comienza a sentirse euforia y definitivamente se pierde la coordinación motora fina.

Hasta aquí se tienen entre .8 y .9 gramos de alcohol por litro de sangre y es el límite para el programa “Conduce sin alcohol”.

Es el momento de tomar la decisión de dejar de beber si llevamos coche.

El consejo es no beber más de tres y dejar pasar al menos una hora entre trago y trago.

Pero como la fiesta sigue, también siguen los tragos.

4 tragos. Para estas alturas el nivel de alcohol en la sangre está entre 1 y 1.2 y se comienza dificultar la coordinación y el equilibrio, se alteran las facultades mentales y se altera el juicio.

Esto del juicio es importante porque para este momento ya es difícil tomar la decisión de dejar de beber.

5 tragos. Para el quinto trago la alteración del control físico y mental ya es evidente, se habla y se ve con dificultad.

Probablemente ese el estado del típico borracho de la fiesta que habla y habla, nadie lo entiende, dice incoherencias, hace caras raras y “quiere mucho” a todo mundo.

7 tragos. Se pierde completamente el control motor e incluso puede requerir ayuda para moverse.

Oséa, el clásico borrachito que llevas a dormir en hombros y no entiende ni dónde está, ni por qué no puede caminar…

10 tragos. Se puede porducir una intoxicación severa y el control consciente es mínimo, por ello es que al otro día no se recuerda bien nada o se habla de “lagunas mentales”.

14 tragos. Lo que sigue es la inconsciencia y se entra al umbral del estado de coma. Es cuando al otro día no se sabe nada.

Las preguntas al despertar suelen ser ¿cómo llegué aquí? ¿con quién estoy? ¿qué hice?

17 tragos. Coma profundo.

20 tragos. Aquí el alcohol ronda los 6 gramos por litro de sangre y entonces puede producirse la muerte por depresión respiratoria.

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