martes, 1 de junio de 2010

Maternidad tardía

Humano y Pasiones
1 de junio de 2010


Desde los años 70 se ha incrementado la tendencia de mujeres que se embarazan después de los 35 años.

Esto se debe en parte a la lucha por la igualdad social y laboral.

Hoy en día muchas mujeres prefieren alcanzar sus metas profesionales y luego realizarse en el terreno maternal.

México no es ajeno a esto y actualmente muchas parejas deciden esperar hasta tener un patrimonio profesional y económico estable para ser padres.

El problema es que aunque la mujer de hoy sienta que los 40 son los nuevos 30, el cuerpo y sus óvulos tienen una fecha de caducidad para concebir un bebé.

De hecho, biológicamente, la mejor edad para tener un hijo es entre los 20 y los 30 años.

Antes de nacer una mujer cuenta con 4 millones de óvulos, pero al nacer sólo quedan unos 400 mil que se van agotando conforme transcurre la edad.

La ovulación contribuye a disminuir la cantidad de óvulos, pero otros son absorbidos por el cuerpo.

Para cuando llega la menopausia, entre los 50 y 60 años, la mayoría de las mujeres habrá agotado el suministro de óvulos con el que nació.

Pero cómo a lo largo de la vida no se producen nuevos óvulos, a los 35, una mujer tiene óvulos de 35 años de edad.

Es por ello que su calidad comienza a disminuir y no son iguales que cuando tenían 25 años.

Después de los 38 esa pérdida de calidad se acentúa y se dificulta más lograr un embarazo de la manera natural y comienza a haber riesgo de infertilidad.

Para mujeres de 30 a 35 años 1 de 7 parejas se enfrentará a la infertilidad.

De los 35 a 39, este índice aumenta a 1 de 5 parejas y de los 40 a 44 años 1 de cada 4 parejas puede tener dificultades para concebir.

Obviamente la edad no es una barrera absoluta para tener hijos, pero existen factores que pueden afectar el funcionamiento reproductor en mujeres mayores:

Anormalidad ovulatoria: con la edad pueden cambiar los niveles hormonales, creando ciclos de mayor irregularidad y más cortos.

Aunque la mujer tenga períodos menstruales, podría no presentarse la ovulación.

Deficiencia de la fase lútea: esta consiste en la liberación de un óvulo cada mes pero sin la producción suficiente de la hormona progesterona.

Ésta es la responsable de mantener el revestimiento del útero, y si no hay suficiente progesterona el óvulo fecundado no puede implantarse.

Calidad del Óvulo: los óvulos de mujeres de mayor edad no se fecundan tan fácilmente como los de mujeres jóvenes.

Además tienen menor probabilidad de sobrevivir cuando se fecundan y existe un aumento en el riesgo de óvulos anormales.

Endometriosis: el tejido que cubre el interior del útero, regresa a través de las trompas de falopio hacia la cavidad pélvica y se adhiere a la parte externa del útero y ovario.

Por otro lado, la edad también afecta el potencial de procreación de un hombre.

A mayor edad también disminuye calidad de la eyaculación y hay más propensión a disfunciones sexuales.

La producción y movilidad del espermatozoide también pueden disminuir con la edad.

Sin embargo, los hombres producen una gran cantidad de espermatozoides y la disminución en la fertilidad no es tan marcada como lo es para la mujer.

Esto es porque en una eyaculación un hombre libera 40 millones de espermatozoides con posibilidades de fecundar y puede eyacular tantas veces como lo desee.

En cambio, la gran mayoría de las mujeres libera sólo un óvulo y si este no es fecundado debe esperar un mes a que haya otra ovulación.

VENTAJAS DE LA MATERNIDAD TARDÍA

La ciencia ha avanzado mucho, por lo que tener un hijo a avanzada edad ya no representa necesariamente un riesgo mortal para la madre o el hijo.

La pareja cuenta con mayor responsabilidad y madurez para enfrentar el embarazo y la posterior crianza del hijo.

Les da la oportunidad de realizarse en los campos económico, laboral y personal.

Cuentan con más años para disfrutar de su juventud y vida en pareja, afianzando su relación antes de la difícil tarea de ser padres.

El hijo suele ser deseado y querido.

No ven los cuidados al nuevo bebé como un sacrificio y sí como una compensación.

Las mujeres mayores de 35, generalmente no tienen la sensación de de muchas madres muy jóvenes de que han interrumpido otras fases en su vida.

DESVENTAJAS Y RIESGOS DE LA MATERNIDAD TARDÍA

La maternidad luego de los 30 años aumenta el riesgo de padecer problemas asociados a la glándula tiroides.

Esto afecta actualmente a más de 2 mil millones de personas en el mundo.

Existe mayor incidencia de problemas derivados del embarazo, como la diabetes gestacional, preeclampsia o placenta previa.

El cuello uterino tiene menor elasticidad, por lo que puede necesitarse instrumental médico durante el parto (fórceps, ventosa obstétrica, cesáreas).

Mayor incidencia de alteraciones cromosómicas como síndrome de Down, retardo mental, malformaciones cardiacas, etc.

A los 25 años se posee 1 probabilidad entre mil 250 de tener un bebé con síndrome de Down.

A los 30, 1 entre 952; a los 35, 1 entre 378; a los 40, 1 entre 106 y a los 45, 1 entre 30.

También hay mayor incidencia de abortos espontáneos y de tener bebés prematuros.

A partir de los 40 años hay 50% de riesgo de sufrir un aborto espontáneo.

A los 30 años, el riesgo de tener un bebé prematuro es de 10%, aumenta a 18% a finales de los 30 años y aumenta hasta el 34% a partir de los 40.

En las mujeres de 40 años también se eleva al doble la posibilidad de tener un nacimiento sin vida.

Hay riesgo de que los bebés presenten bajo peso al nacer (menos de 2.5 kilogramos).

QUÉ HACER SI SE EMBARAZA DESPUÉS DE LOS 35

Es indispensable tener control prenatal temprano por parte del ginecólogo y genetista para realizar diagnóstico precoz y prevenir complicaciones.

El genetista realiza exámenes prenatales, como amniocentesis (análisis de una muestra de líquido amniótico que se practica entre las 15 y 18 semanas de embarazo).

También se puede hacer una cordocentesis (estudio de la sangre del cordón umbilical que suele efectuarse entre las 10 y 12 semanas de la gestación).

Una vez que nace el bebé puede realizarse el tamiz.

Tomar ácido fólico para prevenir defectos de nacimiento.

Tomar suplementos alimenticios bajo supervisión médica.

Seguir una dieta balanceada y evitar ingerir en exceso grasas, sal y azúcares.

Al igual que en cualquier edad, evitar el consumo de bebidas alcohólicas, tabaco y drogas.

Procurar no subir mucho de peso; normalmente se debe aumentar de 1 a 1.5 kilogramos al mes.

Practicar ejercicio ligero diariamente, por ejemplo, caminar.

Mantenerse tranquila.

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