viernes, 15 de abril de 2011

ARTE RUPESTRE EN BAJA CALIFORNIA

Caja de Pandora
15 de abril de 2011

A principios de este año se dio a conocer que se encontraron restos de huesos humanos incinerados, del grupo Seminómada Kumiai, fueron descubiertos durante la ampliación de la carretera Tijuana-Ensenada, en Playas de Rosarito, Baja California.

Además, estaban acompañados de restos de vasijas y caracoles que posiblemente formaron parte de un collar o brazalete, se detectaron otros dos con osamentas humanas más antiguas y sin huellas de cremación, que podrían datar de antes de nuestra era.

Estos hallazgos confirman la ocupación continua de grupos humanos en esta región costera desde finales del periodo Arcaico (1000 a. C.-500 d. C.) y Prehistoria Tardía (500 d. C. al siglo 19).

Pero, México es un país en donde no sólo se encuentran osamentas, ruinas, edificaciones, vasijas, collares prehispánicos, sino pinturas rupestres, que algunas, se calculan, tienen unos 7500 años, y están en unas cuevas de Baja California.

Por cierto, estas pinturas rupestres son las más antiguas que se tienen registradas en nuestros continente. Y están notablemente bien preservadas, debido al clima seco y a la inaccesibilidad del lugar.

Este estado del país tiene varios murales rupestres a lo largo de su península. Estos trabajos guardan un parecido con las pinturas de Altamira en España y Lascaux en Francia.

Aunque se sabe poco sobre los grupos humanos que pintaron estos murales, la evidencia indica que estos pintores eran nómadas; aún así, todas las obras tienen el mismo estilo, y se cree que dichas obras tienen una gran carga religiosa.

Casi todas las pinturas de Baja California se encuentran en el techo y muestran hombres de pie con los brazos extendidos lateralmente, son de impresionantes dimensiones, ya que miden aproximadamente 4 metros de altura y 30 de ancho.

Uno de los principales lugares es El Vallecito, que está a cinco kilómetros de La Rumorosa, y en este lugar uno le puede dedicar un día completo para recorrerlo.

Está en las cumbres de la sierra de Juárez, y abarca unas 200 hectáreas, que en su mayoría está compuesta por flora, como pinos y agaves.

Ahí se han encontrado restos de cerámica esparcida en los resguardos y una gran cantidad de morteros.

En El Vallecito se han detectado más de 18 conjuntos de pinturas rupestres, entre los importantes se encuentran: Conjunto El Hombre Enraizado, Conjunto Cueva del Indio, Conjunto El Diablillo, Conjunto Wittinñur y el Conjunto El Tiburón

La pintura más famosa de este lugar es la de “El Diablito”, que es un dibujo antropomórfico, color rojo, con dos rayas onduladas sobre la cabeza a modo de cuernitos.

Lo importante de esta pintura no sólo es la composición, sino su papel como marcador calendárico: en la mañana del solsticio de invierno un rayo del sol penetra en el resguardo donde se encuentra, e ilumina directa y exclusivamente los ojos de “El Diablito”.

Otro lugar importante, en cuestión de arte rupestre, está cerca de El Vallecito, en el kilómetro 57 de la autopista La Rumorosa – Mexicali.

Ahí hay una gran piedra cúbica, y varias figuras humanoides pintadas, algunas de ellas hechas con trazos blancos sobre paredes oscurecidas por el humo de antiguas hogueras. También hay petroglifos y morteros.

Otro lugar interesante está al sur de Ensenada, sobre la carretera Transpeninsular, cerca del poblado de San Vicente Ferrer. Ahí está el rancho de la Llave junto al arroyo San Vicente. Hay una pared rocosa de 10 metros de alto cubierta de petroglifos.

Los diseños de esta piedra son todos geométricos, con predominio de líneas rectas que aunque no se comprende su significado, son quizá los mejor conservados de todo el noroeste de México.

Otro lugar importante es Las Pintas, que tiene un conjunto de enormes rocas entre dos cerros. En la superficie de las rocas destacan cientos de enigmáticos dibujos blancos.

En San Fernando, en el sureste hay un grupo pequeño de petroglifos, están en la orilla del arrollo San Fernando.

Ahí mismo también hay más dibujos geométricos y trazos abstractos sobre una piedra de tono anaranjado, dos dibujos llaman la atención: Una cruz latina solitaria y el otro, una composición compleja que parece un barco de vela.

Algunas personas creen que fueron hechas después de la llegada de los españoles, porque de ahí estaba cerca a la misión de San Fernando Velicatá, fundada por Fray Junípero Serra en 1769.

La cueva pintada de Cataviñá, ubicada 50 kilómetros de San Fernando, en la parte rocosa del desierto central hay murales magníficos; es una especie de túnel de unos tres metros de largo bajo una colosal roca colgante.

Su techo es semiesférico luce decenas de triángulos, cuadrados y rectángulos rayados, círculos concéntricos, soles como los de El Vallecito.

Asombra la variedad de colores en apenas dos o tres metros cuadrados: el negro, proveniente del óxido de manganeso; el ocre, que se obtiene de la hematita (óxido de hierro), el blanco derivado de piedras calizas, los más misteriosos amarillos y anaranjados.

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