Humano y pasiones
19 de octubre de 2010
En México hay más de 100 mil personas que padecen insuficiencia renal crónica.
En la mayoría de los casos se puede prevenir o retrasar, gracias a la detección temprana y tratamiento adecuado.
La insuficiencia renal crónica puede detectarse mediante estudios simples de laboratorio en sangre y orina.
Y se presenta porque los riñones ya no realizan su trabajo, que es la de filtrar la sangre, y eliminan el exceso de líquido, los minerales y los desechos.
Los riñones también producen hormonas que mantienen los huesos fuertes y la sangre sana.
Y cuando los riñones ya no realizan todas sus funciones se empieza acumular, en el cuerpo, los desechos dañinos.
Además, la presión arterial puede elevarse y el cuerpo puede retener el exceso de líquido y no producir suficientes glóbulos rojos.
Y es así que la insuficiencia renal se presenta en las personas, pero puede ser tratada con hemodiálisis, diálisis peritoneal y trasplante de riñón.
Este tipo de tratamientos son necesarios cuando la enfermedad ya está en estado crónico.
Tanto la hemodiálisis y la diálisis eliminan los desechos, la sal y el agua en exceso para evitar que se acumulen en la sangre.
También mantienen una concentración adecuada de ciertas sustancias químicas en la sangre y regulan la presión sanguínea.
La hemodiálisis se realiza a través de un aparato que tiene un filtro llamado dializador o riñón artificial, que limpia la sangre, es decir, se extrae la sangre, se filtra y se regresa al cuerpo.
Para realizar la hemodiálisis se debe hacer un acceso a los vasos sanguíneos, ya sea una fístula, un injerto o un catéter.
En una fístula se une una arteria a una vena cercana, debajo de la piel, para crea un vaso sanguíneo de mayor tamaño. Se debe realizar con varios meses de anticipación a la hemodiálisis, para que logre cicatrizar a tiempo.
Si se decide hacer un injerto se debe unir una arteria a una vena cercana con un tubo blando y pequeño de material sintético que se coloca debajo de la piel.
Y si se decide por un catéter, éste se debe injertar en una vena grande del cuello o del tórax. Los catéteres se pueden conectar directamente a los tubos de la diálisis. Y se pueden usar como accesos permanente, pero sólo cuando no se puede crear un fístula o un injerto.
Generalmente la hemodiálisis se realiza 3 veces a la semana y dura, cada sesión, cuatro horas, aproximadamente.
Su duración, también dependerá del daño que tengan los riñones, el peso del paciente, cantidad de desechos en la sangre y el tipo de riñón artificial que se use.
Es muy importante la higiene en los pacientes con tratamientos de hemodiálisis, pues como dejan un área de entrada de microbios se puede conducir a una septicemia o a una infección afectando las válvulas del corazón o de los huesos.
La hemodiálisis tiene la capacidad de filtración igual al riñón humano, es decir, 1 hora de hemodiálisis equivale a una hora de funcionamiento del riñón normal.
Un riñón normal trabajo todos los días del año y todo el tiempo, en la semana trabaja 168 horas; mientras que con el tratamiento el paciente deja 156 horas semanales sin filtración.
Sólo son 12 horas semanales que el paciente se realiza la diálisis, pero son horas suficientes para que una persona tenga una buena calidad de vida y pueda trabajar sin problema.
Por cierto, la primera diálisis en un ser humano se realizó en 1926, por el doctor George Haas, duró 35 minutos, se le realizó a una mujer, que toleró bien el procedimiento, pero tuvo reacciones febriles, es decir infecciones, pues no hubo cuidados posteriores.
Sin embargo, antes ya se había utilizado el riñón artificial en animales, por John J. Abel, en Estados Unidos, usó una membrana de celoidina (nitrocelulosa).
Pero fue Thomas Graham, en 1830, que demostró que un pergamino de origen vegetal podía actuar como una membrana semipermeable.
Fue hasta los 40’s cuando apareció el riñón rotatorio de Koll, pero que no fue aceptado clínicamente, porque existían problemas técnicos, al no contar con la anticoagulación eficaz y tampoco se disponía de un acceso vascular eficaz.
En el 43, Willen Johan Kolff aplicó un dializador de celofán (celulosa regenerada) sobre un soporte de aluminio y manera en varios pacientes, logrando en uno de ellos hasta 12 sesiones de diálisis.
En el 60, Scribner implantó el primer shunt externo que permitió el acceso repetido a la circulación de los pacientes, y con esto se logró estandarizar un procedimiento para sustituir la función depuradora del riñón y evitar la muerte de los pacientes.
NOTA: La hemodiálisis no es lo mismo que la diálisis peritoneal, aunque hacen lo mismo, pues en la diálisis se introduce un líquido a la cavidad peritoneal, utilizando el peritoneo para filtrar y limpiar la sangre.
El peritoneo es una membrana delgada y semipermeable que se encuentra en el interior del abdomen; recubre y mantiene en su lugar al estómago, hígado y demás órganos
Efectos secundarios de la hemodiálisis
Presión arterial baja
Fatiga
Mareos
Dolores de pecho
Calambres en las piernas
Náuseas
Dolores de cabeza
Recomendaciones para pacientes
Deben ingerir máximo 800 mililitros de líquidos
Su dieta debe ser pobre de potasio y sodio
Se reducirán en la dieta los frutos secos, el tomate y el cacao
Deben eliminar el consumo de alcohol
Se debe reducir el consumo de grasas animales y grasas saturadas
Realizar ejercicio moderado, como paseos y caminatas
martes, 19 de octubre de 2010
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