jueves, 20 de enero de 2011

Colegio de las Vizcaínas

Irreverente
20 de enero de 2011

El Colegio de San Ignacio de Loyola, mejor conocido como el Colegio de las Vizcaínas, fue inaugurado en 1767.

Fue concebido en sus orígenes como un colegio para las hijas de mujeres españolas viudas de escasos recursos.

Su nombre hace honor al santo patrono de los vascos.

Hoy en día es manejada por un patronato y se ha convertido en la única escuela privada en el Centro Histórico.

Actualmente estudian ahí 753 alumnos y alumnas de nivel preescolar, primaria, secundaria y preparatoria.

Algo curioso es que durante la guerra entre México y Estados Unidos sirvió como cuartel de los invasores.

Cuando entraron en vigor las Leyes de Reforma y se incautaron universidades, escuelas y todo tipo de instituciones atendidas por el clero, el gobierno no pudo expropiar el plantel por ser independiente.

En la Guerra de Intervención Francesa, el Colegio cedió parte de su edificio para instalar un hospital militar.

En el Porfiriato se estableció como escuela normal con estudios oficiales, hasta que de nuevo estuvo en peligro de perder su autonomía cuando Plutarco Elías pretendía expropiarlo.

Las Vizcaínas ha sido considerado por las autoridades educativas oficiales como "símbolo y baluarte de la feminidad mexicana".

Su construcción duró de 1734 a 1757 y en su interior hay una capilla de estilo churrigueresco de soporte de estípite.

Ha recibido la visita de diferentes presidentes de la República y diversos jefes de Estado, así como de los reyes de España.

El edificio está rodeado en toda la parte baja del perímetro de lo que fueron 60 espacios para viviendas y comercios o accesorias, que fueron originalmente planeadas para obtener ingresos que permitieran ayudar a su conservación.

Originalmente se pensó construir el Colegio sobre la Calzada del Calvario, hoy Avenida Juárez, pero finalmente se les concedió otro terreno que era parte del tianguis del barrio de San Juan.

Su edificación estuvo a cargo del arquitecto don José de Rivera.

La iglesia del Colegio tenía un carácter estrictamente privado y estaba lujosamente amueblada con finos retablos, tribunas y rejas de los coros.

La portada del templo que mira hacia la calle se realizó hasta 1771 y cuenta con 3 esculturas: San Ignacio de Loyola al centro y San Luis Gonzaga y San Estanislao de Koska a los lados.

Su edificio es de estilo barroco resolutivo, una transición del barroco al neoclásico.

Tiene fachada de tezontle y cantera y barandales de recio hierro en los balcones y el interior.

Ocupa la totalidad de la manzana limitada por la calle de Las Vizcaínas, al norte, Manuel Aldaco, al oriente, la Plaza de las Vizcaínas, al sur y la calle de San Ignacio, al poniente.

Contiene 11 patios interiores donde abundan las curvas y las cornisas.

Cuenta con 5 retablos dorados y un coro con uno de los pocos órganos de esa época que continúan en servicio.

En ese entonces su aspecto debió ser diferente pues sus contrafuentes de cantera estaban policromadas con colores brillantes, pero eso se perdió con el tiempo.

Cuenta con un importante archivo histórico que preserva su historia y tradición. Resguarda documentos desde el siglo 16 hasta nuestros días.

Algo de lo más sobresaliente de este archivo es que contiene la historia de la educación femenina en México.

Josefa Ortiz de Domínguez, fue hija de españoles de clase media y quedó huérfana muy niña quedando a cargo de su educación su hermana María, quién la ingresó al Colegio.

Ahí aprendió a leer, escribir y nociones básicas de matemáticas, además de bordar, coser y cocinar.

Ahí también conoció al abogado Don Miguel Domínguez, quien la solicitó en matrimonio.

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